Por, David Dorenbaum   


[…] Realmente pienso que el amor, en el mundo tal cual es, se encuentra en ese asedio, en ese cerco y que está, a este respecto, amenazado… Lo que probablemente supone, como lo diría el poeta Rimbaud, que también deba ser reinventado”. Y conjetura: “En efecto, el mundo está lleno de novedades y el amor debe ser también comprendido en esa innovación. Hay que reinventar el riesgo y la aventura contra la seguridad y la comodidad”. Lo notable del amor —y el secreto de su virulenta resiliencia— es su capacidad de inundar nuestro sistema con una toxina que provoca una indiferencia tenaz hacia las contradicciones inherentes a sus propias compulsiones y su retórica. Mas ¿qué cosa es el amor?

[…] El romance está más cerca del amor que del enamoramiento, surge en relación con el amor —un tipo particular de amor que conlleva fuertes corrientes eróticas—. Comúnmente hablamos de romance para describir un sentimiento particular y un modo de relacionarnos que genera emociones intensas, estimula el juego imaginativo y fomenta la devoción por ciertos ideales. Aprendemos a amar en el contexto de la infancia, y el amor busca perpetuamente una especie de completitud que oculta lo desconocido, lo peligroso. El romance, en cambio, se nutre de la novedad, del misterio, del peligro, por eso la familiaridad lo dispersa y el tiempo es su enemigo. “Al nacer fuimos arrancados de la totalidad”, escribe el poeta Octavio Paz en La llama doble. Amor y erotismo. “En el amor, todos nos hemos sentido regresar a la totalidad original. Por esto, las imágenes poéticas transforman a la persona amada en naturaleza —montaña, agua, nube, estrella, selva, mar, ola— y, a su vez, la naturaleza habla como si fuese mujer.

[…] Paz nos recuerda que “la palabra pasión significa sufrimiento y, por extensión, designa también el sentimiento amoroso. El amor es sufrimiento, padecimiento, porque es carencia y deseo de posesión de aquello que deseamos y no tenemos; a su vez, es dicha porque es posesión, aunque instantánea y siempre precaria”. 

[…] ¿Por qué ese tipo? ¿Por qué esa chica? Está la causa del deseo —el flechazo—, lo que Freud llamó la condición del amor, Liebesbedingung. Es un rasgo particular, o un conjunto de rasgos que tienen una función decisiva para la elección del ser querido, es único para cada persona, depende de su historia, singular e íntima. La cultura popular y la ciencia nos dicen que la química es crucial en el amor, la emoción está ahí o no, se nos dice. “Estamos programados de forma innata para el amor”, comenta la especialista en neurociencia del comportamiento Zoe Donaldson, de la Universidad de Colorado Boulder, “luego viene toda la superposición de la cultura en la que estamos inmersos, pero la neurobiología subyacente es innata —no elegimos aumentar nuestro ritmo cardiaco cuando vemos a alguien que nos atrae—, el tener química con alguien activa en nuestro cerebro una cascada de fenómenos”.

Fuentes:  escrito   foto1   foto2

 


Por, Luis Alberto Nina


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