En el momento en que despiertas, es entonces cuando tu vida empieza a existir; todo lo otro es entretenimiento del cuerpo, nunca del ser.

¡Atrévete a ser tu mejor versión!

Siempre he creído que podemos ser libres en tres contextos

La libertad de los sueños: no vive en nuestro control; sin embargo, por su unicidad, siempre alberga tales sabores a gloria.

La libertad del pensamiento: cuando lo llevamos a cabo, casi siempre; aunque a veces nos resistimos a admitir la realidad… siempre trae sonrisas por igual.

La libertad de los actos: esta es sin dudas la más compleja de todas; pero no imposible. Su oscurantismo vive en las prohibiciones; los tabúes o normas, la moral, cordura o prudencia y, desde luego, a diario acaba con nosotros encarnándose en ese maldito ego que nos limita los pasos… Cuando soñamos que queremos algo y luego pensamos que queremos algo, es hasta que lo realizamos, que ese algo vive sus realidades. Todo es ilusión en la cobardía; nada que pueda el hombre hacer en este tierra puede endilgársele imposibilidad.

¡Atrévete a ser tú, a matarte a diario… arriesgándote!

Existe en tu piel; vive, brinca, aprende diario a volar…

Cuando escribes, eres libre. Si vas a escribir, nunca te atrevas a cohibirte de decir lo que sientas. Toma una palabra como una expresión, tan solo, para despertar el aliento de un continente. De modo que, no dejes nunca de expresarte, de extenderte hasta donde te alcance el arte. 

Publicado: 04/25/24

Cuando eres tu mejor versión, eres lo máximo que puedes presentar. Tal representación se logra solamente cuando eres auténtico. Es decir, sólo la autenticidad evoca tu mejor versión. Ser auténtico es ser tú, es hacer tú, es presentarte como pertenece. Cuando estas maneras se dan al igual que, cuando le pones empeño al desenvolvimiento de todo tu carácter, conquista tu mundo y el mundo de todos.

De modo que, sé. Ser es existir. Sólo se existe cuando se es. Nadie que pervive en esta tierra, que no sea auténtico, existe. Lo que se da o presenta es sólo la mímica de un ente inservible; otra réplica más, otro desperdicio, el olor del intento…

Sucede con los seres humanos de modo diario, los hombres persiguen proyectar su unicidad; al menos es lo que quisiera. Las mujeres, sin embargo, no. Pero lo chistoso de esta dicotomía es que, cuando el hombre es auténtico, poco atrae a su sexo opuesto; mientras que cuando la mujer no es auténtica, igual poco atrae. Hay una urgencia de la mujer por querer al hombre que sus colegas de género quieren, por alabar al que hace lo mismo que otros, por priorizar a lo común. Y, debido a esto, en un total error de interés, la mujer entiende que, siendo igual a las otras, atrae: vestimenta, opiniones, tatuajes, decoraciones. Ella puede jurarle a la galaxia que es distinta… ¡pero cómo serlo si hace o termina haciendo lo mismo que las otras!

En lo que se respeta al hombre, a éste le atrae la mujer única, la que es ella, la que no se parece a las otras. No existe encanto más enorme que una mujer que sabe y hace lo que quiere, sin importar lo que otras mujeres… Y, como es lo que el hombre desea, busca igual ser distinto, creyendo que esto le atrae a ellas. Mas sí a otros hombres… el hombre admira la originalidad de otros hombres.

Con esto lo que digo es que, sólo en la autenticidad brindamos nuestra mejor versión. Y es mediante ella que terminamos siendo seres inmensos y, por ende, existimos. Ser único es plasmar un queja en la tierra.

Publicado: 04/10/24

 

De todas las batallas en las que nos vemos expuestos durante toda la trayectoria de nuestra vida, la más fuerte e insaciable es la que llevamos con nosotros mismos. Es una lucha interna, una interacción posiblemente sempiterna; nunca concluye, nunca cambia, nunca se vence. En lo personal, la considero imposible de vencer. Y, aunque utilice tal epíteto de perdida de tiempo, lo hago por que sólo ganan unos cuantos. O sea, de cada mil, uno, de cada cien, boronas. Vencer en lo que tiene que ver con aceptarnos; adentrar a lo más intimo de nuestra historia y, junto con su pasado, resolver nuestro presente… sin lugar a dudas, solo lo logran unos cuantos. De modo que, con mucha consciencia dictamino que, es imposible vencer.

De todos modos, con el pasar de la historia, en los últimos años más que nunca, he arribado a algunas estrategias que quizá pudieran ayudar a que, no que ganemos la batalla, sino que, al menos algo obtengamos de su continua lucha. Y algunas de éstas son:

  1. Mirar la vida desde una tercera persona
  2. Practicar ser/estar consciente (vivir en el momento las experiencias del pasado y el futuro)
  3. Reconocer cuáles son nuestras debilidades… y aceptarlas. Lograr tenerlas presente entonces nos convoca a tratar de cambiar, a lanzarnos para alcanzarlo y, por ultimo, a recuperarnos…
  4. A escuchar, a hacer silencio, a quererse…

Tengo decenas… No obstante, recobraré el escrito aludiendo a algo sobre las batallas internas en las que nos vemos expuestos involuntariamente. Todo lo que hoy somos se debe a nuestro pasado; preferiblemente a los primeros cinco o seis años de nuestra existencia. Cuando nacimos nuestra mente fue conquistando un ideal, una conducta, una identidad; toda la personalidad que nos caracteriza. Cuando cumplimos cinco o seis años ya el Chip está instalado, ya somos… Tenemos las herramientas para movernos en la vida; séase hacia delante o atrás. Los años continúan llegando a nosotros y entramos en la adultez. Somos todavía más; más pero con la misma esencia aquella de cuando teníamos unos seis años. No obstante, ahora que sabemos lo que es bueno o malo, se pudiera aducir que actuaremos como tal, pero no… importa poco lo que entendamos en el presente si… en lo supimos ya en el pasado.

A ver si lo puedo sintetizar de una manera más obvia: no importa ahora crees que sí, si tuviste una niñez donde entendiste que no. Por más que quieras o pretendas revertir esta dicotomia, es “imposible” que lo logres. La batalla más fuerte que uno tiene en la vida es la interna, es esa lucha adonde gana más tu historia que tu lógica. Queremos cambiar todo aquello, pero lo que debemos es olvidarnos de todo lo que condujo a que pensaramos todo aquello. Es como vivir en una verdad mentirosa; no hay escapatoria cuando tu mente saca a la luz su Default. Adonde quiera que vayas, ahí siempre estarás. Acepta tu pasado, ignóralo, crea uno nuevo; especialmente uno adonde tú eres tu prioridad.

Publicado: 03/12/24

Desde el momento en que nace nuestra vida y aparecemos en el mundo, la naturaleza nos impone a continuar existiendo. Este es un ideal eminentemente biológico que, con ayuda de la historia, nos permite desarrollar la civilización en la que terminamos muriendo. No obstante, hay un momento en tal vida en que entendemos que existimos, que formamos parte de todos, que tenemos voluntad y decisión, que empezamos a razonar. Ese momento sin dudas nos decora a todos. Es un momento –no sólo extraños– sino extraordinario. Es cuando finalmente empezamos a ser nosotros.

En tal novela permanecemos años o décadas… hasta que nos encontramos con nosotros. Pareciera que hablo de lo mismo, pero no, encontrarse con uno es conocerse, es saber que uno es uno; toda esa importancia de la autenticidad, de la independencia, del yo o individualismo, de, para definirlo mejor, del primero yo ante que todos. Eso es ¡quiérete!

¡Quiérete! Es la invención al unísono de ti, de tu persona en todos los aspectos. Quererte a ti mismo es lucharte, pero en un tono constructivo, es abogar por ti, es conocerte, es ponerte como prioridad, es no importante tanto la otredad ni sus conclusiones, es tú y, si sobra, lo guardas para después.

Cuando te quieres, nadie lo nota, eres normal; pero cuando no te quieres, “todos” lo notan a leguas. Todos intentan entonces agruparse a tu alrededor. Pero no para validarte o formar parte de tu esencia, sino para tomar ventaja de ti. Es utilizar tu ser para reemplazar el escalón perdido de su escalinata. Tú formas parte de su base, tú les ayuda, tú preparas sus banquetes; es decir, a ti se te usa para revertir la tragedia de sus vidas. Ahora, en lo que tiene que ver con las conquistas, no encaja tu persona; todo aquello lo viven con quienes sí se quieren.

¡Quiérete es despierta! Tú a nadie le importas realmente, con la excepción de tus padres y, quizás, un gran amor… de modo que, todo tu éxito sólo tú lo vas a disfrutar realmente, pero cuando tenga que ver con tus fracasos, paradójicamente y aquí está el entendimiento de la incongruencia, es que aquellos a quienes les sirves, se burlarán de ti. De modo que, la única manera de convivir, de existir, de morir de modo ejemplar en esta vida es cuando tu vida es vivida a todo dar; y si esperas que otros lo hagan por ti, muerto ya has estados. ¡Quiérete! Que seas tú tu norte siempre.sí

Publicado: 02/21/24

Cuando eres, no dejas que otros sean. Resulta perentorio que dejes que otros se liberen ante ti; no lo controles, permítele el tiempo a que la otredad proyecte en ti sus intimidades. En la pausa vive el silencio, en la pausa nace el misterio, en la pausa crece la duda, en la pausa ama la atracción. Cuando solo escuchas, eres más carismático, más autentico, te valoras más. No existe mejor aplauso para tu persona que el que te das cuando permite que otros se expresen; porque no te urge la venta, no existes para que se te necesite. Estás y, cuando sea el momento de romper tu silencio, se te escuchará más y mejor. Dijo Cicerón, considerado el más grande orador de la historia (lo voy a parafrasear): No hay orador tan domable de la palabra que tarde o temprano no termine metiendo la pata por lo mucho que habla.

Deja pasar, detente; entonces permites que otros sean quienes te imploren, quienes quieran de ti, quienes te conozcan, quienes se enamoren de tu quietud.

En la pausa vive la sorpresa de tu magia; si la tienes, no la regales, deja que otros la descubran. Al pausar, reinicias el ciclo en la conversación; entonces pones el foco en la otra persona, para que se lustre, se amarra a ti; o para que se cuelgue, sin tú hacer nada. Recuerda que el hielo no se rompe, se derrite; permítele que la conversación surja de modo natural, sin tener que forzar, teniendo que romper tu pausa, tu silencio. Y, sobre todo, cuando hables, procura que se hable del tema favorito de todos: el otro (uno mismo)

Publicado: 02/15/24

Cuando dices no, abres puertas, abres tus puertas… Decir no es el mero indicador de tu autonomía, de tu independencia, de tu carácter, de tu identidad, de tu confianza, de tus limitaciones, de tu amor propio. Di no y adéntrate al fascinante mundo de la realidad, de tu verdad…

Así como Gabriel García Márquez decía que, Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es que no, también nosotros debemos decirlo. Y yo, queridos saltamontes, también lo he aprendido. Quizá me tomó más de la cuenta, aunque –para ser justo– hubiese sido peor, aprender a decirlo segundos antes de morir. Hay quien dice que, ese no, siempre llega cuando ya no nos sirve para nada. Siento que hoy, más que ayer, sí sirve, todavía sirve.

Decir no te acerca a la verdad; la única que ha de importar, la que conoces. Cuando dices no, sacas a relucir lo que realmente sientes; te olvidas de lo social, de la cortesía o la empatía; le das aire a tu existencia. Sólo existe cuando te expresas. Un no es una de las mayores representaciones de tu existencia, porque te priorizas; defiendes tu interés y, sin temor a ser rechazado o abrazado, sacas a la luz tu versión.

No para muchos es parte de su pasatiempo., Espero que, al menos en esta versión social en la que nos vemos expuestos, cuando lean esto o cumplan esos 40s ese no escape cuando así lo sientes. Di no y aparecerán otros mundos, pero contigo en ellos.

Publicado: 02/08/24

Uno nace y se pasa toda una vida intentando vivir; superviviendo en la mayor parte de las veces. Y de esto no hay contrario. No obstante, esa vida ardua que nos toca vivir debe –de todos modos– convivir paralelo a sus limites. Esto quiere decir que, todo lo que pensamos, sentimos, hacemos y esperamos nunca debe estar del lado de lo ordinario. Debemos convocarnos para que sea extra. Cuando le anades extra a lo ordinario, todo cambia, todo se perfila, todo logra su propósito. Un pensamiento extraordinario amerita educación, enfoque y decisión; un sentimiento extraordinario amerita independencia, libertad y expresión; un hecho extraordinario amerita voluntad, fortaleza y valentía; y, por último, un resultado extraordinario son las raíces de toda la autenticidad de nuestra vida.

Lo ordinario es común; lo igual no provoca; vive a ti. Cuando no eres común, atraes; lo igual es más de lo mismo… cuando vives pensando en ti y en tus libertades, eres extraordinario. ¡Que no te dé miedo existir en tu piel, vivir para lo que viniste al mundo: tu y tus vainas!

Publicado: 01/19/24

La recompensa siempre está en lo que debes hacer y haces, no en lo que quieres solamente. Lo que quieres es fácil, lo que no quieres es difícil, y viceversa. El avance del ser humano siempre vive en lo difícil, en la fricción, en los obstáculos, en las penumbras; pero, sobre todo, en lo consistente. Ahora, la consistencia se logra con el tiempo; donde no hay tiempo, no hay verdadera recompensa. Leer un libro enriquece porque llevó consigo tiempo; graduarse de la universidad… Se le atribuye tanto al tiempo porque se intercambia el tiempo por la conquista de un deseo; y en el proceso uno termina gastándose. Y la conquista es merecida únicamente si hay esfuerzo. A veces el tiempo puede pasar, pero si pasa el tiempo y ni cuenta te da, igual la recompensa es tenue… Por consiguiente, podemos decir que el esfuerzo es el mero triunfo de lo contrario. Nada que sea fácil amerita aplausos; mientras que todo lo que es difícil, sí.

Aguántate la pulsión, las ganas de seguir en las mismas, en la nada, pasando más tiempo en el futuro que en el presente. Nietzsche habla tan mal de la esperanza que, si lees sus palabras nunca más vuelves a soñar. Yo creo que los sueños no tienen nada de malo; al menos los sueños en lo que inmediatamente te lanzas a caminar. Un sueño ahogado es lo peor que puedes haber inventado. Porque la falsa ilusión termina comiéndote por dentro; o sea que, te agota sin siquiera haberlo vivido. La vida está en el esfuerzo, en el rompimiento con la desgana o lo semejante; en el silencio cuando hay ruido, en el ruido cuando hay silencio. Haz, no digas; resuelve, no solo prometas; conquista, no te rindas…

En lo que tiene que ver con relaciones humanas, se nos educó para darlo y decirlo todo. Eso es fácil de hacer. Es aguantándose la pulsión adonde vive la verdadera recompensa. Despertarse para ir al gimnasio es fácil; se abren los ojos y el pensamiento llega. Lanzarse de la cama, levantarse… esa es la cuestión de la inmensidad. Todos sabemos que ir al gimnasio amerita disciplina; sabemos que no quieres levantarte para ir a enfrentarte a unos pedazos de metales. Por ende, es lo difícil del escenario… Recuerda esto siempre: si tienes una duda de si lo que vas a hacer dará resultados o no: si lo vas a hacer, es fácil; si no, es lo difícil, y viceversa. El vicio es lo que quiero, no hacerlo es lo debo. Leer no quiero, no leer quiero; el premio solo vive y existe en la contradicción de tus pulsiones.

Publicado: 01/10/24

Desenmarcarse es diferenciarse. En el buen uso de la palabra significa salir del marco, escaparse, ser distinto a todos. Todo lo que es igual le hace antítesis al término; lo común, lo vago, lo patético, lo no atractivo.

Cuando te desenmarcas, desde una perspectiva sociológica, resaltas. Todos de un modo u otro somos seres especiales; al menos eso se nos grita. Y lo somos, para ser justo. Cada ser alberga tal unicidad que, aun intentando emularse, se perdería su esencia, su identidad, su persona. Ahora, esa especialidad igual nos hace diferentes, pero no necesariamente para el ojo humano. Ser diferente no es decir que se es diferente, es el acto en sí, es la apariencia, es la historia y/o aspiraciones.

Cuando nos presentamos ante la otredad, y lo hacemos con el mismo vestuario que el que acaba de hacerlo, perdemos originalidad, por ende, tal especialidad aparenta hueca. Lo que nos hace diferente es el recorrido continuo de nuestra presentación, independiente y autóctona, ante el público. Es decir, no solo el atuendo debe ser distinto, original, sino que, la muestra, la idea, la reciprocidad.

El carisma es una herramienta fundamental para resaltar la autenticidad, y, por ende, el salir del marco. Cuando eres auténtico, eres tú; nunca puede haber equivocación cuando actúas como eres, cuando verbalmente te expresas como eres, cuando tu caminar no envidia o imita el de otros. En todo esto te diferencias, sacas a la luz tu especialidad.

Desenmarcarse es parte de la fascinación de la atracción humana. ¡Vívete en lo diferente! No fuerces, sé lo que las glándulas llaman a que seas.

Publicado: 12/11/23

Desde el mismo instante que nacemos, nos diferenciamos de los unos a los otros en base a las características físicas con las que venimos al mundo. Fuera de cualquier comportamiento involuntario que reaccionemos, esto es lo único que impera de nuestro ser. Con el pasar del tiempo vamos desarrollando cierta identidad que agrada a unos y desagrada a otros, eso resulta siempre natural; sólo esperemos que agrade más que menos, aunque tampoco esto que digo necesariamente nos hace mejores. Tal identidad alberga lo que en sí somos; allí se teje la esencia de nuestra representación ante el mundo y el diario vivir. Ser y no actuar es no ser, es imitar a otro. Es por esto por lo que, la autenticidad es tan elemental en la presentación de nuestra persona. Quien proyecta lo que es, es. O sea, quien actúa como siente y quiere no tiene nada que esconder, salta de sí todo lo que es. Lo que para mí resulta una costumbre todavía más plausible.

Cuando tal persona actúa, esto logra que quien le presencie genere un criterio al respecto. A veces el criterio es favorable, a veces no; aunque poco importa en este caso si no lo es. Lo correcto aquí es que, cuando se revela tal criterio sale a la luz un piropo. El cumplido, de no ser creado de forma hipócrita, es la expresión unísona de un comportamiento o el resumen de lo que ha venido a dar nuestra persona; obviamente basada desde el juicio de la persona que lo esboza. Un piropo o cumplido no es más que el eco de lo que hemos actuado o somos, y a cada uno le pertenece el suyo.

 

El cumplido que se le da a Pedrito, no es el mismo que se le da a María. Pero igual, el cumplido que se le da a Pablo, no es el mismo que se le da a Pedrito; el que se le da a Lourdes el mismo que se le da a María. A veces pudiera ser, pero casi nunca en ningunas. A María se le dice que es muy femenina, a Lourdes se le dice que tiene una sonrisa muy alegre. A Pedrito se le dice que es muy ahorrativo, a Pablo se le dice que es muy asertivo. Pero, sobre todo, a cada uno se le dicta sobre características de su personalidad que normalmente sólo a ellos compete: Pedrito tiene una forma única y elegante de nunca mirarle los defectos negativos a las personas, de sólo resaltar los positivos. María viste lindo, pero donde ella es inmensa es en las combinaciones de ropa que se pone para decorar su cuerpo. Pablo es la persona más curiosa que conozco, pero, sobre todo, esa curiosidad siempre la lleva a cabo; eventualmente Pablo dará con la Ecuación Uno. Y Lourdes, ¿qué decir de nuestra Lourdes? Ella es astuta y sigilosa, respetuosa y directa. Lourdes alberga un arte difícil de explicar, es dócil y guerrera. Sabe cómo actuar, simplemente.

 

Los cumplidos que reciben cada uno son de cada uno. SI a Lourdes se le alaba por el cómo viste, esto realmente no le daría ninguna gratificación. Lo mismo sucede con Pedrito, si se le dice que es curiosa, si no se voltearía a continuar escuchándote. Cada uno de nosotros trabajamos en una dirección. Y tan camino cuando se asimila, genera en nosotros un despertar para continuar la batalla.

De modo que, vive tus propios caminos; goza el reconocimiento de sus batallas, si se da. Triunfa cuando sea necesario, pero, sobre todo, vive en tu mundo, para ti, en tus inspiraciones. Lo tuyo es tuyo y sólo a ti te llena, lo de otros no tiene por qué generarte deseos. La autenticidad es también esto, tú.

 

Publicado: 11/25/23

Todo empieza cuando vive una congruencia entre tu mente y, sobre todo, tu cuerpo. Una decisión sin actuación es hueca; la tenemos todos en un momento u otro. Decidir actuar no es suficiente. Y, aunque actuar tampoco lo es todo si no se persiste, al menos en este terreno es que se logran las cosas que se quieren. 

Dice Jung, “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”. Una expresión muy simple y, a la vez, tan exacta que lastima. Cuando niegas que haces algo, que en sí esta mal, prolongas tu fracaso. Es cuando lo asimilas, cuando lo aceptas que tu esencia se transforma… claro, nuevamente lo repito, no es solo asimilarlo. No obstante, en la idea de Jung, de no aceptarlo, morirás siempre sometido.

Descubres lo que haces mal, lo aceptas, entonces quieres cambiar y te lanzas. Persiste en el camino y lo logras. No es tanto subir a la ola y conquistar la marea, hay que igual mantenerse en ella, y éste es otro enredo todavía más arduo; una hazaña para únicos…

Si tus ideas se llevan a cabo será fácil presentarse allá afuera de la manera más exacta posible: auténtico, seguro, firme y, sobre todo, sincero y siempre en movimiento. Todo esto te representa, representa tu marca. Eres no sólo lo que eres sino lo que presentas, sea inconsciente o físicamente. Tú eres lo que haz hecho con tu piel y sus pensamientos. Cuida siempre tu imagen, cuida tu reputación… Esto se logra cuidándote y actuando con integridad y futuro.

Publicado: 11/14/23

Una mujer nunca quiere ser ni actuar como un hombre. Cuando ella intenta realizar funciones “típicas” que les corresponden a los hombres, socialmente hablando, sale de su femineidad y lo hace de modo incomodo. Ésta actúa conforme a ello debido a que debe hacerse, y si el hombre no se pone su traje, ese atuendo, independientemente de todo, debe vestirse; se lo coloca ella. De manera que, no descuides tus funciones masculina nunca. Cuando haces esto pones en tensión la relación. Invocas a que ella realice tus deberes.

Sin lugar a dudas la masculinidad es un constructo social. Se pudiera asegurar que ser masculino es un absurdo; que todo lo que el hombre hace la mujer lo puede hacer. Y, en la mayoría de los casos y con voluntad y esfuerzo sí. No obstante, la mujer lo haría no de modo alegre. La mujer ni desea cambiar la goma del automóvil, ni desea mover una mesa de un lado a otro. La mujer detesta tener que romper leñas para el fuego como tener que salir a defender el hogar si un intruso intenta contra la vida de su familia. La mujer, nos guste o no, busca en el hombre seguridad –no sólo física–, sino alimentaria, económica, futuro en el hombre. Y vuelvo, todas estas exigencias igual la mujer la puede proporcionar para sí, pero no le apetece, no la llena como ser humano femenino. Igual como al hombre no le llena tener que cuidar del hogar, que ser emocional, que fingir delicado, si es que se me permiten las atribuciones…

Por consiguiente, si eres masculino, si actúas como debes, proporcionándole a tu pareja seguridad, en todo su contexto; resolviendo dificultades o estando… ella vivirá más su femineidad, que es lo que tú, como hombre, quieres, que es lo que queremos todos. La mujer femenina es la mujer que al hombre le gusta. Todo lo otro es simplemente entretenimiento. A la hora de la hora un hombre quiere una dama, una mujer que se entregue a él; al igual que la mujer quiere a un caballero, que éste esté ahí para atraparla y llevarla a lugares.

Publicado: 11/08/23

Cuando permites que lo que se exprese te altere es porque tal acto o dicho lo consideras verdadero. Sólo termina provocándonos todo aquello a lo que le damos importancia y validez. ¡No te dejes provocar! Cuando dominas tus reacciones, dominas tu cuerpo, dominas tu mente, domina la historia.

 

Nosotros somos quienes más conocemos de nosotros. No existe otro ser humano –por cercano que esté de nosotros–, ni nuestra madre o pareja conoce más que nosotros de nuestra piel y sus actos. De modo que, sólo a nosotros debemos hacerle caso; el resto simplemente genera una hipótesis.

 

A ver, ¿le harías más caso a alguien que no tiene toda la verdad sobre un tema o a quien sí la tiene? ¿Si el mecánico de tu carro te da una opinión contrariada a la de tu cardiólogo, cuando se trata del tratamiento que llevas en tu corazoncito, le haces caso? ¿Si el experto más eminente de cardiología vierte igual su opinión sobre la cirugía del cerebro que vas a tener en los próximos días, contrariarías lo que te dijo tu neurólogo? De modo que, si Joaquín o Billie Jean gritan que eres un estúpido, un ser humano reprochable, egoísta o una puta, ¿por qué permites que semejante blasfemias alteren tu paz, si tales personaje no te conocen? ¿O es que planeas gastarte dándole importancia a los pareceres de otros sobre una mentira, las consideraciones de ti de las voces de un mecánico, o de un cardiólogo, o de dos fulanos cualesquiera?

 

Si se te dice que eres idiota porque tienes el cabello azul… ¿verdad que no creerías lo eres? Asumo que es porque no tienes el cabello azul. Pero por qué cuando se te dice que eres idiota, sin mencionar el color de tu cabello; si cuando se dice semejante aventura, aludiendo a tu ser… o sea, “eres idiota porque ERES”, ¿por qué es que te llega tanto al alma? Sabes por qué, porque lo crees así: le crees a alguien que no sabe de ti. ¡Esta reacción es patética! Tú mente simplemente no te da para que defienda tu cuerpo… ¿Por qué es tan difícil que tu cuerpo haga silencio, que silencie los enigmas de tu mente?

No reacciones. No dejes que se te provoque. Domina tu ego. Domina tu mente. Domina tus pasos. Quiérete. Conócete cada vez más. Defiéndete. Vive para ti. Lucha por ti y para tú; pero, sobre todo, lucha por el bien particular de tu historia. Y sigue siempre ignorando al niño que se te acerca a decirte que eres una estúpida.

 

Publicado: 11/02/23

Cuando te quieres, te muestras exacto. Lo contrario sería “no quererte”. Cuando no te quieres, tal representación de tu persona no inspira a otros, no es atractiva, no amerita respeto, no es necesaria. Si tú –quien eres la persona que más te conoce– te tratas de segunda o hasta de tercera, automáticamente dejas de participar en el mundo de otros. A la gente le gusta las personas enteras, sanas, justas consigo mismas; aunque no lo digan o lo sepan.

 

Desde la primera impresión

Cuando entras a un lugar y tu mirada o tu voz o tu postura viven en el piso, ¡con una de ellas basta para que la gran mayoría de las personas que allí asiste entienda que –por esa puerta– no ha entrado nadie de valor! De modo que, de un santiamén quedas descartado. O más bien, no encajas en sus intereses.

 

Desde la segunda impresión

Cuando las personas empiezan a conocernos y, nosotros –en aras de agradarles– jugamos a ofrendarnos; regalamos nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestras cosas, nuestra mente… nos presentamos poco, corresponde a una manera de autodepreciación. El oro, dice Paulo Coelho, vale, por su escasez. Si el mismo no valiera nada, no nos serviría para nada. De manera que, en el instante en que siempre estás, en que te ofreces si siquiera pedírsete o hasta pidiéndote (una sin dudas es más crítica que la otra); en que te obligas a otro para que te dejen entrar a sí, en que –aun humillándote– te quedas, les estas diciendo, semióticamente, que no vales, que no haces falta, que no eres necesario, que no sirve tu presencia. Y si tú, vuelvo a esto, quien eres la persona que más te conoce o se conoce, te presentas así, es porque te consideras así. Entonces, ¿cómo vas a pretender que otros te vean con valor? Si en un circulo de personas tu presentas en el centro a una mierda, todos le dan la espalda a esa mierda. Puede llamar a la injusticia o llorar, nadie nunca querrá formar parte de alguien que no se quiere.

Por consiguiente, ¡quiérete! Colócate primero, defiende tu esquina, coloca limites, no te regales. Si le estrechas la mano a alguien y esa persona te ignora, no vengas de pendejo a ofrecerle la otra mano. No. Sigue caminando.  Entiende que no a todos debemos gustarle. ¡Entendamos esto! Habrá personas que ignorarán nuestra gesto. Entonces nos corresponde a nosotros mantener la dignidad. En el instante que violentas tu respeto, motivas a otros a que hagan lo mismo contigo. Y esta reacción de la otredad se da tú queriendo o no.

En fin, otros te tratan como te tratas a ti mismo. Es por eso por lo que llamo a que te quieras, a que luches por ti y por tus cosas; y a que no permitas que nadie rompa con tu esencia. Te prometo que cuando andes en esta sintonía, tendrás más paz, vivirás más a gusto con tu ente y, sobre todo, tendrás menos amistades. Ahora te apuesto que esta asunción que he hecho es negativa… Lo es, quizá… Pero es una forma sutil de filtrar… porque a tu lado sólo se quedarán quienes de verdad te quieran.

 

Publicado: 10/28/23

Tu peor enemigo eres tú.

Tú siempre has sido esa persona que te ha encaminado adonde hoy estás. Igual el entorno y tus padres aportaron mucho para la creación de tu persona primordialmente cuando eras niño, tú fuiste, de modo consciente o inconsciente, quien lo permitió. Además de que hoy, igual no haces nada al respecto por remediarte… Por lo tanto, todo lo que vives hoy, eminentemente te lo achaco a ti. Con esto no digo que no has de tener ninguna razón en inculpar tu pasado; lo que digo es que, el horno realmente no está para galletitas… la victimización solo prolonga tu padecimiento. Por consiguiente, tú haz, haz tú hoy lo que consideras que te hace feliz. Y, si no entiendes qué pudiera ser eso, entonces indaga, estudia, escucha a otros, muévete, salta, inventa…

Ahora voy a rendirme: ¡trato, hoy somos lo que somos fundamentalmente por lo que nuestro pasado hizo de nosotros! Sin embargo, mañana no tiene que ser así. Ahora podemos redireccionar nuestra suerte de modo satisfactoria. Y eso se hace teniendo en cuenta dos preceptos: descifrando en lo que estamos mal y aceptándolo. Tan pronto estos dos pasos salten a la superficie, entonces se deja la teoría atrás y viene la praxis: echarle ganas a cambiar.

El cambio entonces surge de varias maneras: lanzándonos, persistiendo sin rendirnos y, siempre teniendo en cuenta que todo lo hacemos por nosotros, para nosotros y nadie más.

Cuando logras encaminarte en estos dos preceptos, alejas de tu vida a tu peor enemigo: tú. Entonces, te olvidas del mundo y luchas para ti. En este tipo de renuncias reaparece tu esencia, empiezas a vivir y hasta te sobra tiempo. Tanto las personas que no… en tu vida, como los apegos que agotan nuestros pensamientos… también… deben ser del pasado. Ni la televisión, ni las drogas, ni las redes sociales, ni ninguna dependencia en lo absoluto –que no viva para hacer que te superes o ayude a tu mejoría– debe ocupar tu ánimo.

Hazte amigo de ese yo que tanto te desprecia. ¡Tan solo imagínate lo que pueden lograr juntos!

 

Publicado: 10/24/23

No puedes esperar ya, no esperes… cuando esperas te limitas; y los mangos siempre están para tumbarse.

Cuando vives hoy, por y para hoy, maximizas tu vida, la llevas al presente, la sientes como ha de ser. Mañana es excitante todo, pero siempre es incierto, la incertidumbre lo arropa; muy descontrolado. Usa el mañana solo para inspirarte, porque de todos modos, tal tiempo nunca ha existido: cuando ese día –que una vez llamaste mañana– aterriza, cambia de nombre, es hoy. Por consiguiente, no te aferres tanto a sí a menos que sea para usarlo como norte, para elevarte. Recuerda que cuando descuidas el presente, no vives en ningún tiempo; mueres lentamente en la espera, en el descuido de ti y de tus misterios. Nadie, por más que lo sueñes o lo desees, te va a salvar. Sólo tú puedes contigo y tus estúpidas cosas. A nadie le importas, a nadie. En conclusión, vive hoy, haz hoy, disfruta hoy.

Do… Not… Wait!!!

Publicado: 10/20/23

Cuando interactúas con otro u otros y aparecen los huecos del silencio; ese abismal escape de lo raro… recuerda siempre que no a ti solamente que le aparece; y que éste no es solo tuyo, sino de todos. Cuando hay un silencio que le otorga alas a la pausa, no temas, es natural la presencia de su ausencia. De modo que, no es a ti a quien le pertenece quebrantarlo. Puedes hacerlo, no hay problemas con eso; no obstante, tal responsabilidad nunca es solo de tu persona. Es de cualquiera…

El silencio vive para calmar las aguas, para reagruparse, para despertar la ocurrencia y el arte. En el silencio también se mueve la entrega y el afecto. De modo que, tan pronto aparece la pausa, personificada en el silencio, siéntete alegre y en paz de no ser tú quien no le está permitiendo que se perpetúe.

Actúa con lo que tienes en mano, no te excedas en ofrecer más; mucho menos, no sientas que debes agradar a otros. Siente tú su entretenimiento, vívelo, vívete en tales profundidades. Tú, al igual que otros, deben poner de su parte. Recuerda, cuando das, no necesariamente se te quiere; cuando quitas de ti, cuando rompes, lo único que provocas en la otra persona es que sepa que eres de esos que prefiere la alegría de la otredad en vez de la de sí.

¡Vive para ti, de este modo es que realmente vives!

Publicado: 10/13/23

Tu vida te pertenece, a nadie más que a ti. Tu corta o larga vida es tuya, todo de ti; tu físico, tus actos, tus silencios. Cuando te expresas, dejas escapar quien eres, te guste o no; se resalta de ti tanto tus fortalezas como debilidades. Puede que te percates o que no, igual puede gustarte o no. Nada que sale de ti depende o debe depender del otro; todo lo que expresas sale entonces de tu control. La reacción de la otredad por ende debe importarte poco si todo lo que de ti ofrece viene sinceramente, de forma exacta. 

Nunca te presentes como lo que no eres, nunca intentes ser otra persona, y nunca te quejes de la suerte de tus acciones si todo sale de tu ser. Tu experiencia importa porque te pertenece; cuando tomas control de lo que expresas de modo igualitario vives tal experiencia. Vivir la experiencia es sentir, es optimizar tu razón, tu sentido de la vida, es ser puro contigo mismo. Lo único que debe importarte es tu vida, su suerte con lo malo que arrastra y con lo bueno. 

Toma control de tu cuerpo, de tu mente, de tus silencios. Deja que éstos vivan tus decisiones.

Publicado: 10/05/23

Cuando te mientes, pierdes. Una cosa es decir algo para entretenerte en el momento, otra es creerte ese cuento. Tus mentiras siempre te han perseguido toda la vida, no permitas que hoy, a sabiendas del monstruo, continúen arrastrándote a esos escondites.

Ni eres el mejor del mundo, ni eres el peor del mundo. Pero si vas a ser o a presentarte de una manera, pues que sea expresándote como que eres el mejor del universo.

¡Para de mentirte! ¡Dite por fin… una verdad!

¡Atrévete!

¡Atrévete… a ponerle color a tu vida!
¡Atrévete… a ser libre en tus escapadas!
¡Atrévete… a ser tu mismo!

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