Por, Luis Alberto Nina
La hipersaturación de las decisiones de las que se interpreta la experiencia, a través del Internet, preferentemente en las redes sociales, ha llevado a la sociedad de esta era a una fragosa ebullición de los complejos. Primero, se evalúa la experiencia desde un trauma y se le convierte en una tragedia. Antes, cuando nada más se apreciaban dos opciones, cuando todo pensamiento era dualista… binario, como dijo Heidegger: la metafísica se manifiesta como lógica, y el pensamiento se percibe de manera dicotómica. Y este hecho lo simplifica, conduce las decisiones a lo llano y, por ende, logra que se entienda mejor; un tipo de realidad ordenada que nos acerca a la elección. Por ejemplo, blanco o negro, arriba o abajo, ente o ser…
A esta sociedad, individualista a ultranza; mas que todo en su experiencia, no en sus interpretaciones, se le presentan muchas realidades. De modo que, es difícil decidir y sentirse a gusto cuando hay de tanto que decidir. Inclinarse en una dirección es perderse de la otra. Y, si bien es cierto que antes era más despejado, al menos como percibe al pensamiento—la metafísica, de forma binaria, escueta; hoy no solo muere el Yang cuando se acepta el Yin, o viceversa, sino que, deja de existir de todo un poco; o mas bien, continúan latiendo, quejándose, inquietando. Y esto intranquiliza los espíritus. Es terquedad cuando optamos por una realidad y no perdemos de la vista de la otra… y a la otra… y luego a las otras… Sin lugar a dudas, morimos a diario.
Parte del mal de este hecho no se debe a la adición del uso de las redes sociales (este es otro tema para otra madrugada), sino a la saturación de las opciones que se desparraman a través de todo este mundo cibernético. Tal mal activa el Sistema Nervioso Simpático, desprendiendo así cortisol, lo que entonces provoca ansiedad. La realidad de una experiencia antes era ordenada por su simpleza, por que era dual; hoy ya no nos abrazamos a nada, por que hay todo… Es debido a la hipersaturación de las realidades el que ya no se alberga lógica en las decisiones. No hay fin. De modo que, hiperbólicamente podemos decir que, se ha creado un desplazamiento de nuestra identidad; no solo del cómo nos presentamos, sino del cómo vivimos con lo que dubitativamente preferimos. Ya nunca estamos satisfechos. Ha muerto la realidad.
Fuente: foto1
Filosófico, metafísico, terapéutico.