Por, Luis Alberto Nina


«Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.»

«Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.» Así se trasladan las primeras líneas del empiezo de El amor en los tiempos del cólera. La novela, según el mismo Premio Nobel de Literatura, colombiano, Gabriel García Márquez, que más inspiración le esmeró, su mejor obra, o al menos, la que más disfrutó… No recuerdo exactamente cuáles fueron los epítetos que utilizó para sopesar la dualidad de ésta, la novela aquella de ese gran y perenne amor, en contraste a la obra magistral que le consiguió, de seguro, el Nobel, Cien años de soledad. Pero así se pronunció. Con esa aventura nos sorprendió. No tan absurda, pero si algo extraña, existiendo ese impresionante rompecabezas Buendía.

—¿Y los «amores atareados», —sorprendo a una amiga colombiana, que solía apasionarme con sus historias de un gran amor que tuvo, que dejó ir y que hoy éste la persigue, pero que su vida hoy tiene a rastros personitas a quienes tiene que educar con moralidad y respeto, además de que, a veces suelta, «cuando se es madre o esposa, si hubo un amor, se acabó la vida. Y no hay vuelta atrás».

—Una pregunta, antes de… —continúo: ¿Amó Florentino Ariza a Fermina, toda su vida? Responde la pregunta.

—Si.

—¿La amó tanto, aunque tuvo más de 600 otros romances?

—Si, Quizá buscando en cada amor algo de Fermina.

—Muy buena respuesta. Otra pregunta, pero antes, te digo esto: si lees la novela, notas que Fermina era muy indiferente, que a veces se topaba con él y ni lo miraba…

Una colega de otra amiga, mexicana, quien hace 30 años se despegó de un amor de éstos, a quien no ha dejado de pensar ni un solo día; aún con una carrera profesional, una familia y otros amores… Toda su juventud enamorada y correspondida de un hombre, mayor de edad, se vio forzada a emigrar de México para los Estados Unidos… Después de escuchar este impresionante romance, que se sigue extendiendo porque hace varios meses se volvieron a encontrar y dice ella que todavía sigue sintiendo aquel sentimiento idílico y para los libros, la amiga le ha prestado la obra mencionada, El amor en los tiempos del cólera; a ver si ella relacionaba su historia con la misma, si ésta, ese amor imperecedero y paradigmático, ilustrado en semejante obra maestra, la ayudaba al salto o eternizaba más su esperanza. Me dice mi amiga que ese amor que ella describió fue tan romántico que, al saberlo, de estremecimiento se le salieron las lágrimas. Recuerdo a mi amiga decir: «¡Quién no quisiera tener un amor así, y a la vez, quién quisiera!» La colega le dijo que, el libro le encantaba (que iba por casi la tercera–cuarta parte del mismo), pero que no entendía cómo era que Fermina no lo amaba, cómo era que, mientras él si procuraba buscarla, ella lo ignoraba, no estaba interesada en él, no le «paraba bolas». La amiga, quien no ha leído la novela tampoco, me contó todo esto, a lo que yo le respondí que, a lo mejor era porque todavía no terminaba el libro, que debía hacerlo. Que la idea de que, porque alguien te ignore no te quiere, no era del todo real, que eso suelen hacer muchas personas de alto orgullo o decencia.

—¿Amó Fermina Daza a Florentino Ariza? Esa es mi pregunta, —le inquiero a la amiga colombiana, continuando el cuestionario sobre los «amores atareados». ¿Qué crees tú? —.

—Bueno… Deja entrever que no lo amó. Pero Fermina es una mujer orgullosa, altiva y de temperamento libre. Lo que hace que sea muy dejada por Florentino. Y su indecisión, paralelamente, le hizo perder muchas cosas, como el amor por ejemplo. Se casó con Juvenal Urbino por rabia y sin amarlo, y éste le fue infiel… y yo diría que Juvenal encontró «el amor» en Bárbara Lynch. Típico caso de las relaciones hoy. Aunque parezca irrisorio ahora hay más libertad: puedes escoger con quien estar y casarte y hacerle el amor y salir de aventuras. Pero sobre el amor, como ya sabrás, es un sentimiento muy misterioso, al punto de que hay muchas parejas que se aman y no están juntas.

—Entonces, la respuesta es «si», ¿ella lo amó tanto como él a ella?

—Ella lo amó, lo amó con toda su alma. Se entiende todo si se lee el libro completo.

—A lo mejor es como dijo Gabriel García Márquez: «La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada», así mismo, Fermina fue feliz, cuando dejó caer la pared del orgullo.  

Fuentes: foto1    foto2

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