Por, Joaquín Sabina


Lo peor del amor, cuando termina, son las habitaciones ventiladas, el solo de pijamas con sordina, la adrenalina en camas separadas. Lo malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño, los teléfonos que hablan con los ojos, el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa, remendar las virtudes veniales, condenar a galeras los archivos. Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando, al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos.

One thought on “Puntos Suspensivos

  1. Hay una canción con la cual, buscando ésta de Sabina, me he topado, que me parece muy-muy buena. Es de Piso 21, llamada, “Puntos suspensivos”. O sea… el mismo y único título, al parecer. Obviamente, la dulzura de Sabina no tiene parangón (sin ánimo de ofender a otros que se inspiran… al menos se inspiran).
    La canción es tan buena que la coloqué abajo del escrito, quizás igual agrade a otros cobardes…

    ¿Qué es lo peor del amor, cuando termina?
    No creo que sean los recuerdos, tampoco la pasión, porque todo esto ha terminado; o sea, ya no se quiere y, por ende, tampoco se pretende… Yo diría que lo “peor” del amor, cuando termina es… la vida sin pasado.
    ¡Cuánto nos duele dejar ir el pasado! Y no hablo aquí de dolor, sino de un eterno olvido. Cuando alguien deja de existir para nosotros, igual ese pasado que vivimos con sí se ausenta. No es que sucede de modo voluntario, sino sin querer. Es algo que se da y ya; ni envenena, ni alegra, ni nada; es la ausencia de una etapa de nuestras vidas que fue y, como hemos avanzado, no es necesario volver atrás. O sea, ¡qué importa el antes si ahora estoy en otra cosa!

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