Por, Luis Alberto Nina


Inspirado en las aventuras de una amiga que planea “aventurarse”; la emoción me revolcó tanto que, opté por escribirle algo, a ver lo que resulta (algo, pensando en mi Ella.  Esto ha sucedido en el 2020).

Finalmente… 

Por fin se van a encontrar aquellos dejados al margen de un intento que retrasó un largo, prohibido y exquisito poema. Igual, va a suceder lo que tantas veces ha planeado respirar la sed y la lluvia en el viaje de su libertad… el momento llega: todo es tan diferente a los sueños, el lugar, el horario, las repeticiones de un episodio atareado de romance… tiritará la piel más de la cuenta… ¡y lo supimos siempre! Sabíamos que iba a hacernos sentir irreversible todo este descaro; sin control, autóctono de un suspiro furtivo y atiborrado de edad e improbabilidades… ¡Finalmente… por fin llegó la noche en que te hable y tú mires adentro de mí toda esta inquietud que late, que ruge por ti!

Al extremo, la misma mirada tierna, inocente y asustada de la que me enamoré. La osadía de un alma que ha perturbado una historia de escenas inconclusas, inmorales y simplemente tuyas y mías y de este tan esperado encuentro… ¡No puedo creer que hemos aguantado tanto, tanto, tanto; con apenas lecturas inseguras y pedazos de charlas y sin poder tocarte… y sin poder enlazarnos….! Sinceramente creo que este hallazgo –aunque imprudente– lo dice todo; tan cerca que estás de mí, tan ahí, tan a un paso de mis besos, de una apertura imborrablemente merecida.

—¡Qué linda que estás! Como siempre; inquieta y de mi pertenencia…

Ahora la trampa:

Mientras más nos acercamos, silueta de mi más añorada esperanza, más expresivo se vuelve el deseo, más arrepentidos debimos estar… de no brincar antes, de no ponerle fecha a toda una inmensa aventura… ¡Te quiero abrazar ya, besar ya, tenerte pegada a mí de una vez y por todas! Quiero unirme a ti y a todas tus inquietas confusiones, y que la certidumbre selle al compás en que tu Dulce sonreír implosiona. Has de estar nerviosa, tu piel sonrojada, sus coyunturas perdiendo el control. Entrégate, flota a mí; quiero sentirte que al verme ya no andas perdida… Vamos a lograrlo: siéntate, cruza las piernas y, ¡no me quites nunca la mirada!

Fuente: foto

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